Por: Mauricio
Flórez
Derecho UdeA
Si los conductores
borrachos supieran que el alcoholismo es una enfermedad, se darían cuenta que,
más que delincuentes, son enfermos.
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Es común ver los viernes y sábados
por la noche en los paneles informativos del Sistema Inteligente de Movilidad, un
mensaje que dice: “Si va a beber no conduzca”. Y todos podemos recordar la
campaña Entregue las Llaves y el #Conductorelegido del Fondo de Prevención Vial.
También, se escuchan frecuentemente dichos populares como: “gasolina y alcohol
huele a formol” y “el único que puede mezclar gasolina y alcohol en Colombia es
Ardila Lülle”. Sin embargo, este año en Medellín se han detectado 2.390
conductores borrachos en 114 operativos de la Secretaria de Movilidad en donde
se practicaron 18.974 pruebas de alcoholemia.
Las anteriores cifras puede que no
nos digan mucho en cuanto a la gravedad del problema, pero, cuando analizamos
caso por caso, vemos las implicaciones y la magnitud del mismo.
Todos recuerdan a Juan Carlos Varela
Bellini quien a mediados del 2012 embistió una caravana de motociclistas del
club VTM en el municipio de La Calera con un resultado de 3 muertos y un
herido. Y, aunque en un principio fue cobijado con medida de aseguramiento y
enviado a la cárcel modelo, luego de pagar 1.400 millones de pesos a los
familiares de las víctimas y comprometerse a crear una fundación para luchar contra
los borrachos al volante, fue condenado a 5 años y nueve meses de detención
domiciliaria con suspensión de la licencia de conducción por el mismo término.
Otro caso, no muy conocido pero de suma importancia
debido a la persona que se vio implicada, es el de un Agente de Tránsito de
Cali quien en febrero del 2013 iba conduciendo
en estado de embriaguez con el uniforme de la Secretaria de Transito y una
motocicleta oficial y atropello a 2 Policías que se encontraban a un lado de la
vía. Por estos hechos fue separado de la institución y se le abrió investigación.
Y no se nos puede olvidar el famoso caso del
Senador Merlano quien el 13 de mayo de 2012 fue sorprendido por agentes de la Policía
de Transito conduciendo en estado de embriaguez, razón por la cual fue
sancionado por la Procuraduría con destitución de su cargo e inhabilitado por
10 años para ejercer cargos públicos.
Este último caso motivo que se debatiera y
aprobara en el congreso la ley 1548 del 5 de julio de 2012 o Ley Merlano. Dicha
ley, hacia obligatoria la prueba de alcoholemia y contemplaba la suspensión de licencia
de conducción entre 5 y 10 años y multas hasta los 45 salarios mínimos diarios
para los conductores sorprendidos en estado de embriaguez. Cabe recordar que, previamente, en mayo de
2012, se debatió otro proyecto de ley que sancionaba con cárcel a los
conductores borrachos, pero este se hundió por tan solo un voto de diferencia
(45 contra 44).
Estos y otros incidentes de igual gravedad
han ocurrido a pesar de que a mediados de 2010 la Corte Suprema de Justicia
cambió la tipificación que se le da a
una persona que mata a otra mientras conduce en estado de embriaguez de
homicidio culposo a homicidio con dolo eventual. Es de anotar que, cuando se
habla de delitos culposos, se hace referencia a la no intencionalidad (o como
se dice vulgarmente “sin culpa”). Y cuando se habla de dolo, se hace referencia
a la intencionalidad o conciencia de causar daño.
Por otro lado, la Ley 1326 del 15 de julio de
2009 agravo el delito de homicidio culposo en estado de embriaguez mediante la modificación
del código penal el cual quedo así:
El artículo 114 del Código Penal quedará así:
Circunstancias de agravación punitiva
para el homicidio culposo. La pena prevista en el artículo anterior se
aumentará:
1. Si al momento de
cometer la conducta el agente se encontraba
bajo el influjo de bebida embriagante o droga o sustancia que produzca dependencia física o síquica y ello
haya sido determinante para su ocurrencia, la pena se aumentará de la mitad al
doble de la pena.
2. Si el agente abandona sin justa causa
el lugar de la comisión de la conducta,
la pena se aumentará de la mitad al doble de la pena.
3. Si al momento de cometer la
conducta el agente no tiene licencia de conducción o le ha sido suspendida por
autoridad de tránsito, la pena se aumentará de una sexta parte a la mitad.
4. Si al momento de los hechos el
agente se encontraba transportando pasajeros o carga pesada sin el lleno de los
requisitos legales, la pena se aumentará de una cuarta parte a tres cuartas
partes.
5. Si al momento de los hechos el
agente se encontraba transportando niños o ancianos sin el cumplimiento de los
requisitos legales, la pena se aumentará de una cuarta parte a tres cuartas
partes.
Las anteriores modificaciones a la ley fueron
las que permitieron que en 2012 el señor Rodolfo Sebastián Sánchez Rincón fuera
condenado a 18 años de prisión por atropellar y matar a 2 personas en agosto de
2007. Cabe destacar que este individuo había sido condenado en un principio a 2
años y medio de prisión por un juez de primera instancia pero, el Tribunal
Superior de Bogotá, revocó dicha sentencia y le impuso la pena de 18 años la
cual fue luego confirmada por la Corte Suprema de Justicia. Lo más interesante de este caso es que, en
esta ocasión, la fiscalía no imputo el cargo de homicidio culposo sino de
homicidio doloso.
Hasta este momento, solo hemos visto el
comportamiento delictivo de los conductores borrachos y las consecuencias sociales
que estos provocan. Pero ¿debemos mirar
al conductor borracho como una persona enferma?
Según la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y la Asociación Médica Norteamericana, el alcoholismo es una
enfermedad que consiste principalmente en una adicción por el elemento alcohol
en cualquiera de sus presentaciones y se manifiesta en el individuo en la forma
de un irresistible deseo por consumir alcohol.
Una de las características
principales del enfermo alcohólico es su increíble resistencia a ser
ayudado y a aceptar que tiene un problema. Si se le pregunta a un conductor
ebrio por que maneja en ese estado dirá que no hay ningún problema, que con
alcohol en la cabeza maneja mejor, que siempre hace lo mismo y no pasa nada o
que todo lo tiene bajo control.
Algunos de sus síntomas son: lagunas
mentales, conductas antisociales cuando bebe (manejar borracho), tratar de no
beber por un determinado tiempo y no ser capaz, incumplir con sus
responsabilidades, trasbocar cuando se siente muy borracho para poder seguir
bebiendo, gastarse el dinero que no debiera para poder consumir alcohol, pensar
constantemente en beber y en todo lo que rodea el mundo báquico, beber muy
rápidamente, entre otros.
Se debe evitar confundir el bebedor
alcohólico con el bebedor social o el bebedor fuerte. El bebedor social es
aquel que toma esporádicamente, no piensa constantemente en la bebida y no
llega hasta el grado de borrachera la mayoría de las veces. El bebedor fuerte
puede beber en grandes cantidades e inclusive con mucha frecuencia, puede
llegar a tener algunos problemas relacionados con la bebida como peleas o
quebrantos de salud e inclusive la gente lo puede llegar a tildar de
alcohólico, pero, si se le presenta algún motivo serio por el cual debe dejar
de beber, puede llegar a abandonar la bebida sin dificultad o inclusive beber
con moderación. Pero, el bebedor alcohólico, puede empezar su carrera como un
aparente bebedor social, luego convertirse en bebedor fuerte y más tarde no
poder controlar su forma de beber. Este tipo de bebedor piensa frecuentemente
en el mundo báquico y en la bebida, casi siempre llega al estado de borrachera
cuando consume alcohol, incumple sus responsabilidades a causa de la bebida y,
en etapas avanzadas, se emborracha muy fácilmente con pocas cantidades y solo
vive para beber y bebe para vivir.
Es importante saber que el alcoholismo
no tiene cura conocida hasta el momento ni por la ciencia, ni la medicina
alternativa, ni la religión, etc. El único tratamiento efectivo conocido hasta
el momento es la abstención total. Según algunos estudios científicos, los
alcohólicos tienen en su cerebro una enzima llamada tetrahidroisoquinolina o
THIQ la cual, al hacer contacto con el alcohol, produce otra sustancia que es
100 veces más adictiva que la morfina. O sea que, cuando el alcohólico bebe, lo
que está haciendo es creando una mezcla química en su cerebro que le hace
sentir una euforia excesiva y un irresistible impulso por seguir bebiendo. Conducir
bajo ese estado éxtasis incontrolable es lo que hace tan peligroso conducir
borracho.
Existen varias organizaciones con y
sin ánimo de lucro que se dedican al tratamiento de los alcohólicos. La
organización sin ánimo de lucro más importante y reconocida en este campo es
hasta el momento Alcohólicos Anónimos que desde 1.935 tiene un método de
recuperación basado en 12 pasos los cuales se basan en conceptos de psicología
moral, medicina y religión. El tratamiento que ofrecen es completamente
gratuito. Existen también otras organizaciones como los centros de
rehabilitación que, por el pago de una mensualidad, internan al enfermo
alcohólico en una sede (por lo general campestre) en donde mediante diferentes
tipos de terapias y la disciplina intentan ayudar a estas personas.
Probablemente, si la mayoría de
conductores de carros y motos supieran esto, se darían cuenta que, más que
criminales al volante, son enfermos. Esto haría buscaran ayuda y evitarían poner
en riesgo su vida y la de otros.
Aclaro que esto no justifica en modo
alguno el comportamiento criminal ni se debe eximir de responsabilidades al que
conduce en estado de embriaguez. Una cosa es que el alcohólico no sea culpable
de su enfermedad pero si es responsable de buscar ayuda.